La cacería y la deforestación indiscriminada para ampliar la frontera agrícola en el Gran Chaco están empujando a que un emblema natural de la Argentina desaparezca.
En esta región, que abarca Chaco, Formosa y parte de Salta y Santiago del Estero, apenas quedan entre 15 y 20 ejemplares de yaguareté. Son aproximadamente 7 millones de hectáreas en donde apenas el 3% está en condiciones óptimas para que el felino más grande de América pueda desarrollarse como corresponde. Este número es insuficiente para poder sostener y hacer crecer la población de animales que en todo el país ronda los 300 ejemplares y está en peligro crítico de extinción.
Con estos datos, investigadores del Conicet y de las universidades de Río Cuarto, Córdoba y Misiones junto al Proyecto Yaguareté y la Asociación Civil Centro de Investigaciones del Bosque Atlántico desarrollaron una herramienta para aplicar políticas de conservación de la especie. La iniciativa se llama POCY (Paisaje Óptimo para la Conservación del Yaguareté) y demarca, a través de un mapa, las principales áreas de manejo para esta especie y su hábitat, y los espacios que deberían ser protegidos.
Provincias con deforestación histórica
Las áreas que demarca el POCY están dentro de las provincias que, históricamente más deforestaron en la Argentina, esencialmente para darle lugar al negocio agropecuario. Según datos recientes publicados por Mapbiomas Argentina, en los últimos 25 años el país perdió 7,6 millones de hectáreas de vegetación, el equivalente a dos veces la provincia de Buenos Aires. El ranking de las provincias que más desmontaron árboles y arbustos lo encabezan Santiago del Estero (2,1 millones de hectáreas), Salta (1,5 millones de hectáreas) y Chaco (870 mil hectáreas).
Estos datos se complementan con que entre 1998 y 2022, la superficie agrícola aumentó 5,2 millones de hectáreas y las pasturas 1,4 millones; mientras que las plantaciones forestales aumentaron un 37%.
Otro aspecto que se suma a la desprotección del yaguareté tiene que ver con el nuevo Ordenamiento Territorial de Bosque Nativo que aprobó hace algunas semanas la legislatura chaqueña y que habilita el desmonte de 1 millón de hectáreas. ¿Por qué? Porqueáreas que antes estaban marcadas por la Ley de Bosques como “amarillas” (se pueden hacer actividades productivas sostenibles pero no desmontar) o “rojas” (no se pueden tocar) pasaron a pintarse de verde, habilitando la deforestación. Justamente lo opuesto a lo que recomiendan los expertos.
“Se trata de un área de corredores de conservación y de amortiguamiento del Parque Nacional Copo, la Reserva La Pirámide y la Reserva Provincial Loro Hablador. Esto pone en riesgo la supervivencia de grandes mamíferos, como el yaguareté (especie autóctona al borde de la extinción)”, indicó a TN Hernán Giardini, coordinador de la Campaña de Bosques de Greenpeace.